miércoles, 3 de septiembre de 2008

Meridiano corazón (Irlanda)

Mi tierra es Irlanda, mi tierra gallega, mi tierra del alma.

Un lugar verde y entrañable, así es Irlanda. Calles grises, no son espectaculares, simplemente son bellas. Plagada de pubs de piel oscura.

- Una Guiness compañero.
- Ok.

Un viaje que tuve que hacer solo. Mi tierra es Galicia, pero soy irlandés de adopción. Son sitios muy similares, su naturaleza está cortada por el mismo patrón. Irlanda y Galicia son prendas del mismo sastre.
Aquí, en Irlanda, también hay meigas y San Patricio vela por la magia que existe en cada una de sus calles. Es una tierra de emigrantes. Jodidos irlandeses. Me gustaría pensar que Galicia es una Irlanda a escala pero prefiero preservar el carácter individual e independiente de cada lugar. Lo que separó la geografía, por favor, que no lo intente mal juntar el hombre.

Sentado en un rincón oscuro, de un oscuro pub irlandés, por supuesto. Te lloré. Grité hasta el infinito. Aquí siempre hace fresco. Se te congela el corazón. Esto no es solo verde, también es gris, lo es Galicia, no lo será Eire. Te lloré mientras esperaba. Adoro el toque lúgubre y acogedor de estos sitios, no valen para venir sólo o así lo creo yo.

Tomo la decisión de salir a la calle, pasear por las arterias británicas de Dublín. Hace un frío invernal. Sentía algo por ella, era más fuerte y consistente de lo que podría haber llegado a ser cualquier relación entre dos personas que se querían, compartíamos algo más que sentimientos, compartíamos una forma de vivir y una forma de ver la vida, bailábamos juntos al compás de un te quiero sin más preocupaciones que las propias del momento. Ahora sólo compartimos recuerdos que yo trato de olvidar. Fue una puta mierda. Hablando mal y en plata ¿Dónde te metiste? Por Dios ¿Dónde? Nadie tiene derecho para herir a la gente. No es justo que la justicia no exista.

Salí de aquel pub angustiado para toparme con un tío alto, de pelo enmarañado, con barba, pelirrojo, tez pálida, sonrosado por la nariz a causa del frío, con un rollo “indie pobre” en sus ropas y agarrado a una guitarra (con la caja ligeramente rota), dando un concierto sin más focos que la luna, con la voz más rota y grave que he escuchado en mi vida, con una melodía que me susurraba meridiano corazón, no llores en vano. Lo miré, lo escudriñé de arriba a bajo, él no deparó en mí, estaba en trance, cantaba con el alma partida, le sangraban los dedos por la fuerza y tensión con que golpeaba las cuerdas, era inconmensurable la potencia con la que salía aquel chorro de voz pidiendo socorro sentimental.

Acabó aquella música de ángeles interpretada por un lobo. Se hizo el silencio después de la tormenta. Fue entonces cuando él se fijó en mí. Le temblaba el pulso y la boca, parecía falto de energía, era increíble el dramatismo de aquel momento. Le sostengo la mirada, comienza a incomodarse, sin saber cómo ni por qué empiezo a aplaudir. Agacha la cabeza tímidamente, en señal de agradecimiento y me saluda con guitarra en mano. Yo le muestro mi cerveza, y después le señalo su guitarra, dándole a entender que le invitaba a una si tocaba otra.

Aquella estampa, un joven menudo con una cerveza en la mano, sentado en el medio de una calle desierta frente a un cantautor pobre en lo material pero rico de espíritu, poseía una resonancia mítica que hacía que la isla esmeralda semejase un lugar donde lo místico no sea solo cosa de hadas y gnomos.

Le di la cerveza prometida, se sentó a mi lado. Era un hombre más joven de lo que parecía, muy espigado, tenía una sonrisa pícara y algo pueril en el rostro, observé también que en la solapa de la trenca llevaba un pin con forma de trébol de color verde, era precioso, no pegaba con el resto de su vestuario, era realmente bello e hipnotizador.

Tras una hora de música ininterrumpida, vuelve junto a mí, me tienda la mano y dice en un pulcro inglés:

- Ronald.
- Pip.

Ahora ya sí podía volver al pub, había hecho un amigo.

Una vez allí pedí dos pintas, me excusé cinco minutos para ir al baño y a mi vuelta Ronald ya no se estaba allí. Lo busqué, lo esperé durante una hora. Comprendí que hay momentos que hay que pasar sólo se quiera o no. Momentos en los que el destino te presta un amigo para pasar el mal rato pero después has de seguir valiéndotelas en soledad.

. . .

- Pip despierta. Es la hora.
- Vale, ahora voy.
- ¿Has dormido bien?
- Pues no muy bien la verdad, he tenido un sueño extraño.

Santiago de Compostela es realmente bonita, es pura piedra en armonía. Me dispongo a dar un paseo nocturno por esta tierra de meigas, cuando, en mi pesquisa por encontrar las llaves, me pincho con algo punzante en el bolsillo, lo extraigo, cual es mi sorpresa al ver esa preciosa joya en forma de trébol, verde esmeralda, muy brillante ¿Qué soñé ayer?

Mi tierra es Irlanda, mi tierra gallega, mi tierra del alma.

Y sonó aquella canción de desamparo que tan bien compuso e interpretó Ronald. Meridiano corazón, no llores en vano.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

De Irlanda tocaba hoy.

P

Markesa Merteuil dijo...

A veces envidio ese llanto del que hablas. El llanto de quereres. A veces añoro ese sentimiento que se me antoja tan lejano. Sé que lo viví hasta el extremo, pero... ya casi no lo recuerdo. Es poético llorar, cuando algo merece el llanto... Tal vez me he vuelto demasiado prosaica.

PD: me ha encantado tu relato...

Anónimo dijo...

Lo tengo en mis "pendientes de vivir".
Me encantaría ir a Irlanda.
Tengo un amigo que va cada año y habla y enseña maravillas de la verde Irlanda.

Un año de estos, me disfrazo de mochila y le pido que me lleve.

Jordicine dijo...

No he estado nunca en Irlanda, pero tiene que ser un sitio encantador. A Galícia he ido un par de veces y es un sitio precioso. Un abrazo.

Nikaperucita dijo...

Me encantado desde el principio hasta el final. Es tuyo imagino :) (esta genial).

Camy dijo...

Los sueños y la realidad a veces se juntan, pero el sueño manifiesta aquello que anhelamos.
Me ha gustado el relato.
Gracias por tu visita a mi blog

Luca dijo...

Tal vez no fuera un sueño, tal vez no fuera realidad... tal vez lo que necesitas o añoras está más cerca de lo que parece, a un chás!
Me gustó mucho.
Un abrazo.