martes, 30 de diciembre de 2008

Por las dudas.

Pip está en su habitación, iluminado bajo la luz del flexo. Lleva varias horas lidiando con el insomnio. Una pesada carga atormenta su conciencia. No sabe como debe actuar, no sabe como debe proceder. Se siente abochornado, traicionado y humillado. Tiene el cuerpo cubierto de rabia.

Desesperado se frota los ojos con las yemas de los dedos. Mucha gente se lo tenía advertido. Todo el mundo en esencia y a grandes rasgos aconsejaba lo mismo, todo el mundo lo hace… Nadie confía en los demás, al menos no demasiado, al menos no en todo el mundo. Su madre siempre le decía “piensa mal y acertarás.” Pip siempre se había mostrado reacio a este tipo de pensamiento. Confiaba siempre en todos los que fuesen dignos de tal merecimiento, no sospechaba de aquellos a los que consideraba amigos y jamás esperaba una puñalada por la espalda de los que consideraba sus seres queridos. Con el tiempo fue encontrando excepciones que confirmaban su regla. Pero llega un punto en el que él cree que quizás deba replantearse ciertos dogmas de vida. Él no quiere, pero da la impresión de que le obligan.

Se levanta de la silla, se estira víctima de un bostezo, sale de la habitación, atraviesa el pasillo y entra en la segunda puerta a la derecha para abrir la nevera de la cocina y beber un trago. Se sirve un vaso de ron y toma asiento. Mientras saborea y disfruta del calor de la bebida sigue dándole vueltas a lo suyo.

Siempre había olvidado las “traiciones” cuando se habían dignado a pedirle perdón, ni tan siqueira eso, tan sólo con que mostrasen arrepentimiento Pip había vuelto a depositar su confianza en la otra persona. Lo hacía porque pensaba y piensa que nadie es perfecto y que cualquier día él podía cometer el mismo error y desearía ser perdonado.

Nunca fue de los de si le dan una patada contestar con un puñetazo, al contrario, si le daban el ponía la otra mejilla ¿Debería replantearse eso también? ¿Dónde queda el arrepentimiento? ¿Dónde queda el respecto?

Pip no se consideraba ni se considera una buena persona al uso, para nada, se considera cabroncete y excesivamente vacilón. Seamos sinceros se ve como un pequeño hijoputa pero de los que tienen principios. Sí también hay de esos. Cree en la confianza.

Quizás con los que no son los suyos no se porta del todo bien, al menos no todo lo que debería. Cierto que siempre se puede dar más, pero Pip cree, y los que realmente le conocen (realmente pocos) también lo creen así, que por un amigo, un hermano, por su alma gemela el da los pantalones y la vida si hace falta.

¿Realmente hay alguien, al margen de los que se ven obligados por sangre o corazón, qué sienta esto por mí? ¿Es justo tener estas dudas?

Pip coge su abrigo más gordo, se lía la bufanda al cuello, con el mayor sigilo y sin dar un paso después de otro hasta asegurarse que no se produciría ningún ruido avanza por el pasillo hasta la puerta de la entrada del piso, coge un juego de llaves y sale a la intemperie en la fría noche para refrescar las ideas.

A merced de la helada nocturna Pip rompe en un estado de ira y paga sus penas con la verja de una pista de fútbol. Le propina golpes secos y metálicos. Siente su corazón latir a mil por hora y la respiración se le acelera,. Para por el malestar que le empieza a causar el aire frío en su garganta.

Pip piensa que ellos no saben lo que han hecho, le están haciendo reestructurar sus principios más básicos, esos que adquirió con los consejos de su padre, esos que mamó de sus actos, esos que vio en las películas, que leyó en los libros, esos con los que un día, cuando ciertamente estaba solo, soñó con poder compartir.

¿Debo volver a confiar en todos, o debo sólo confiar en aquellos que no me han fallado? ¿Qué hago?

Muchas veces Pip, se reconoce, se ve a sí mismo, sabe quien es, pero en días como los de hoy no sabe quien es, duda de todo ¡Y cómo duda!

Lleva medio año con la duda. Una parte de él le exige mantenerse fiel a una de sus esencias (quizás la única) más noble. La otra le pide y reclama un cambio radical…

sábado, 27 de diciembre de 2008

Fidelidad

- Le debo mi fidelidad.
- ¿Tú fidelidad?
- Si.
- ¿Qué quiere decir eso?
- Ha sido noble conmigo y siempre me ha profesado un cariño desmesurado para lo que merezco. ¡Qué menos que fidelidad!
- ¡Qué más dará eso! Aprovéchate de las circunstancias y huye. No vas a tener otra oportunidad similar. A él lo han cogido. No hay más opciones para los que le apoyáis. Os ha llegado la hora. Te aconsejo como marido de mi hermana que eres, lo hago por ella. Me estoy jugando el tipo diciéndote estas cosas.
- Te lo agradezco, pero hay cosas más importantes que el bienestar personal. Hay cosas realmente importantes ahí fuera. No puedo desaparecer sin más. Tengo conciencia y tu hermana está de acuerdo conmigo.
- ¡Vamos por Dios! Te han traicionado, a ti y a él. Deberías reconsiderar tu posición como han hecho muchos de los vuestros.
- Eso es cobardía y lo sabes. No puedo abandonar ni quiero. No es valentía, ni orgullo, ni siquiera es por un bien mayor. Simplemente es lo correcto. Son demasiadas cabezas las que han rodado en vano como para hacer caso omiso al grito de los desdichados.
- No sabes la verdad Pip. No la sabes, al menos no toda. Te han manipulado, sé inteligente y parte.
- ¿Qué no entiendes? Le seré fiel hasta el fin de mis días.

-------------------------------------------------…---------------------------------

- Querido Pip. Tengo una misión que encomendarte.
- Lo que usted guste Señor.
- Joven muchacho, quiero que me sustituyas. Quiero que ocupes mi lugar.
- Oh Señor… Yo… No creo. En fin, no soy para nada un genio como usted. Lo siento, pero creo que hay personas mejor preparadas que yo y que seguramente merezcan tal honor. Nunca pensé que diría esto pero creo que este es un error por mi parte.
- Pip, mi hundimiento se acerca. Dos de los nuestros me van a traicionar, sino lo han hecho ya. Debo dejar todo organizado para mi caída. No sería modesto por mi parte achacarme toda la culpa de este descalabro pero sí es cierto que gran parte de este desaguisado corre a mi cargo. Para arreglarlo necesito tú ayuda. Eres el más valiente de todas las personas que conozco, y sin duda el más fiel a mi cargo. Y lo más importante de todo, hace ya mucho tiempo que he descubierto que eres la mejor persona de los dos. Ahora no digas nada más, levántate y ve con tu familia, ellos te necesitan más que yo. No tienes que responderme hoy. Piénsalo. Feliz Navidad Pip.
- Feliz Navidad mi Señor. Y tenga usted ya su respuesta. Si considera que lo mejor es que yo esté al cargo en su ausencia, así se hará. Siempre fiel a su persona.
- Me conmueves Pip.
- Feliz Navidad Señor.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Recuerdo peligroso

Te recordaré. Te recordaré sobre toda adversidad. Nadie olvidará tu pérdida. Te recordaré sobre cualquier cosa, sobre todos los mares y océanos. Te recordaré en tu cielo. Jamás olvidaré esas sonrisas al amanecer de nuevos días con nuevas sorpresas. Te recordaré en mis lágrimas en la agonía. Te llamaré al teléfono del destierro y sentenciaremos palabras de despedida a este asqueroso mundo. Prometo quedarme con tus abrazos paternales. Añoraré tus enfados y caprichos. Te echaré de menos.

Así como no olvidaré ninguna de las cosas con anterioridad citadas, prometo con odio y clamando venganza, que tampoco olvidaré a esos cobardes hijos de puta que han osado apartarte de nuestro lado. Si no existe el infierno, no os preocupéis crearé uno a vuestra imagen y semejanza. No voy a respirar hasta que no consiga dar caza a vuestros rostros sin alma, no dormiré hasta que vuestras cabezas rueden. Juro no descansar hasta veros perecer bajo mis manos. No me importa rebajarme a vuestro registro bélico. Hablando mal y rápido, me la suda mancharme las manos con vuestra fétida sangre porque súbdito soy del clamor de la venganza, latente en el grupo humano que os repudia. Pongo a mi Señor por testigo cuando digo que mi persecución será en esta vida y en la otra. Nunca descansareis en paz malnacidos. Seré la pesadilla de la que nunca podréis despertar. Veréis la diferencia entre matar por unas ideas y matar por odio, por el arrebatamiento de quien se ama. Poned pies en polvorosa porque no se os tiene miedo.

Llamo a la guerra a todos aquellos dispuestos a inmolar sus almas en pos de la venganza que abrasa nuestras gargantas. Muerte al cobarde

viernes, 12 de diciembre de 2008

Cazado (II)

- Buenas tardes ¿El señor Gastón?
- Servidor de usted.
- Genaro Tusso. ¿Dispone de tiempo para hablar conmigo? Serían cinco minutos, no es mi intención importunarle más de lo necesario.
- Sí, por supuesto. ¿De qué se trata? Pero antes de nada, pase, no se quede ahí.

Pedro Gastón examina a este italiano joven y apuesto. Es alto y robusto, estilizado en sus caminar. Luce un traje negro con una gabardina que le alcanza hasta las rodillas. Habla perfectamente el castellano pero con un deje nasal en los finales de palabra. Pedro le hace tomar asiento y por cortesía de su mujer les son servidos unos cafés.

- Vengo por asuntos de negocios señor Gastón. No me está permitido decirle para quien trabajo. Mi misión es ofertarle un producto.
- Todo esto suena un poco misterioso.
- No, no, no se preocupe. Ante todo transparencia. Nosotros le decimos qué es lo que ofrecemos y usted hace una oferta.
- Pues me tiene usted en ascuas.
- Ante todo clamo por su discreción. Mantenga en todo momento la calma y lo más importante, sea inteligente, piense con la cabeza y no con el corazón. Nosotros le ofrecemos a su hijo y usted remunera los servicios prestados.
A pedro en ese momento, tras lo dicho por el transalpino se le puso la piel de gallina, el cuerpo empezó a temblarle, su tez se tornó escarlata, su alma le quemaba, érale muy difícil guardar a aquel mafioso del tres al cuarto las consideraciones que la vida de su hijo exigían. Se hallaba en el pozo de la violencia más absoluta, un impulso e ímpetu asesinos le empujaban, lanzándole ante aquel sujeto.
- Acláreme el absurdo que acaba de escupir por su boca.
- No hay ningún absurdo caballero. Su hijo ha sido secuestrado en la mañana de hoy cuando se dirigía al instituto. Tiene 24 horas para facilitar una oferta al número que estipula la tarjeta que le voy a entregar antes de marchar. Por supuesto tiene prohibida toda comunicación con la policía o cualquier otro organismo de seguridad. Así mismo le comunico que sus teléfonos y otros elementos de comunicación como fax y ordenador están “pinchados”. Decirle tan sólo que la solución está en sus manos.
- Váyase con su mierda a otro barrio amigo.
- No debería hablarme en ese tono señor Gastón y menos cuando su hijo adolescente puede estar en manos muy poco aptas para esas edades.
- Le ruego que no se burle de mí de una manera tan despiadada y menos en estas circunstancias. No obstante y si no le importa voy a hacerle una oferta a su jefe que no podrá rechazar. Le doy nada a cambio de mi hijo. Ni un puto duro.

El italiano, impactado ante la frialdad del padre y viendo el cariz que estaba tomando la situación, decide hacer gala de su situación de superioridad, saca la tarjetita, con el número al cual debía llamar Pedro Gastón, con la brusquedad suficiente para que la gabardina se echase para tras y resplandeciese a ojos de empresario el arma que colgada de su cinturón. De esta forma dejaba el terreno mejor marcado y delimitado ante los ingenuos atrevimientos de Pedro León.
- Si me permite. Es hora de que marche señor Gastón.
- Márchese y no vuelva si sabe lo que le conviene. Y hágale saber la oferta a su jefe.

Una vez dicho esto, acompaña al mafioso hasta la salida y sin más miramientos rompe la tarjetita facilitada y se la tira, cerrando a su vez con un portazo.

- Rosa. Nos han quitado al niño.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Surrender

Es el marco de Sodoma y Gomorra. La ciudad está en llamas, la ciudad está encendida. Arde todo, sus amantes y mentiras, sus niños y viejos, sus ojos azules brillantes, todo está en llamas. La ciudad brilla en el horizonte, es la noche más brillante que el día. Sólo queda rendirse, y sólo queda rendirse…

Sadie estaba aterrorizada, dijo que no podía entender lo que había sucedido, no comprendía nada, estaba desolada y confusa. Y entonces Sadie se fue, sin rumbo, sin un destino. Ahora Sadie está en la calle, pese a su fuerza de voluntad, a pesar de los esfuerzos, a pesar de luchar por su amor propio, a pesar de que intentó ser una buena chica, ser una buena esposa, formar una familia, llevar una vida honesta, ser fiel a los principios que le fueron inculcados, a pesar de intentar todo eso, no fue suficiente. No fue suficiente.

Subió al piso 48. Subió para aclarar sus dudas, subió para saber el por qué de muchas cosas, subió para saber por qué está viviendo. Y subió los 48 pisos sólo para rendirse, para rendir tributo a la derrota, subió para rendirse porque es lo único que queda.

La ciudad sigue en llamas, la ciudad es un fuego una gran llamarada de pasión y terror. La ciudad que me vio nacer, la ciudad que me conoce por mi nombre, la ciudad es sin duda, el deseo de atraparme cada vez. La ciudad es un círculo vicioso que me invita al final. Es esa ciudad que está en la calle, en las paredes, en las fuentes, está en el aire o en cualquier lugar donde te busco. La ciudad que está en las cosas que hago y digo. Tan solo está claro que si quiero vivir, tengo que morirme algún día.

Papá, por favor, cántame mi canción. Papá cántame mi canción. Papá cántame mi canción.


* Es una adaptación personal y subjetiva de la canción Surrender de U2.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Suicidio improvisado

En el abismo del horizonte luchan por sobrevivir los escritores sin inspiración. Están a un paso de ceder terreno al acantilado y poner fin a sus vidas. No se trata de otra cosa que no sea evitar la inmolación del cuerpo escrito, evitar un atentado a la pluma. Escribir es un proceso complicado y destructivo para muchos. No sé cuando ni quien dijo que escribir era pintar con palabras, debo reconocer que es una definición acertada. Al menos para mí.

Estos escritores camicaces de las palabras, ignorantes de su condición, escriben sin saber que lo hacen en base a la creencia de que cada relato es un trocito de su alma y que al final, en el clímax literario de su obra la perderán. Precio justo a estipulación previa del diablo. Muchos de estos escritores ven su fin mucho antes de lo que lo está la meta. La palabra para clasificarlos es fracasados. Son escritores frustrados, cuya vocación y talento no son parte de la ligazón artística idónea. Es un suicidio, el donar tú alma por algo que no haces bien.

Todos estos escritores de pega sucumben a la angustia de la negación de sus palabras muertas antes de nacer. Todos estos escritores prefieren morir antes que no ser quienes creyeron poder llegar a ser.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Salmo de luz

El azabache tilda de oscuridad el cielo. Una noche más en vela. Nunca nadie ha llorado lo que yo. No es del agrado de nadie el que pongan fecha de caducidad a la vida del amor. Hay cosas que escapan a nuestro control. La diosa fortuna decide por nosotros en más de una ocasión. De un sólo plumazo se marchitan muchas vidas. La sensación de suciedad, el olor a viejo y el aura depresiva de un hospital merman mi estado mental paulatinamente, como el agua erosiona la roca de mar, poco a poco.
Es la mitad de lo que en su día fue, es un cadáver en vida. Su llama vital lleva algunos meses escasa de oxígeno, amenaza con apagarse un día cualquiera, no se sabe si antes o después, no se sabe si cuando broten las primeras flores, si cuando los días son más largos, si cuando caen las hojas o si será cuando el invierno llore, pero ese día vendrá.

Una ansiedad angustiosa taladra día tras día mis entrañas. Mi alma se rompe día a día. Cuán injusta es la distancia del tiempo, cuando merece ser largo y prolongado echa el cierre y reduce duración.

Una vida en dos, dos en una vida. Sentir lo que el otro siente. Amar siendo amado. Lloré los abrazos que quedarán sin dar, lloré cada ausencia en mi vida, maldije cada enfado del pasado. Ojalá …

Lloré cada ojalá.


La impotencia del débil, búscame en el recuerdo de un olvido nunca prometido. Más muerto que vivo, vive su muerte. Me acerco, le agarro la mano. Y ya está, no pasó nada más. Simplemente su corazón dejó de salir. Su cuerpo ya inerte dejó desfilar una lágrima, inconsciente o no, él sabía que se estaba muriendo, los que se van también echan de menos a los que se quedan, él se marchaba para no volver, y no podía soportarlo.
Así como su corazón dejó de latir, él mío se ralentizó, su mitad latía, pero muy agotada por el esfuerzo. Me derrumbé. Mucha vida caminando juntos.

Pasaron las semanas, los meses, los años. Nunca me pude recuperar. Me llevaron los que yo más quería. Mi alma entró en estado de putrefacción. La noche se convirtió en mi consejera. Al abrigo de las estrellas, lloraba su ausencia.

Un día cuando el mundo estuvo listo, le partió el alma, la mató, se dejó morir. Cuando nadie nada sabe, donde los imposibles son reales y las lunas salen todas las noches. En el idilio de lo perfecto, dos almas volátiles se aliaron para emanar un amor de lo perfecto, y no hacen falta dimensiones paralelas para que estas cosas pasen. Por cada amor que alcanza su clímax, por cada vez que Pip le dijo te quiero, por cada vez que hicieron el amor, por cada vez que se amaron a solas, por cada beso robado, por cada abrazo, por cada latido de Pip, por cada latido de ella una cosa buena pasa en el mundo, un niño sonríe, llueve donde quieren que llueva, y sale el sol donde es necesario que salga el sol… Por el reencuentro de sus dos almas, algo simbólico sucedió, brotó un campo, en las montañas italianas, lleno de amapolas de amor.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Santiago

Tirado en la Quintana. Cuatro versos bajo la almohada.

Llegan, una mañana de otoño, dos peregrinos a la vieja Compostela. No saben donde se encuentran, ni les importa, tan sólo buscan descanso. Están, sin saberlo, en la retaguardia de la Catedral de Santiago, tirados en la Quintana.

Al más joven de los dos le invade un sopor desorbitado. Dejando a buen recaudo sus pertenencias aprovecha la tranquilidad de la amplia plaza para ser víctima del dulce veneno de Morfeo. Por el contrario, su compañero, el más moreno, prefiere pasear por las arterias de esta ciudad de piedra.

Rompía el alba, y allí estábamos una hueste de soldados de pega (de profesión panaderos, artesanos, mercaderes, herreros…) reclutados por la fe y descendientes de las tropas al mando de Pelayo, caudillo cristiano, que desde tierras del noroeste inició la Reconquista tras la invasión árabe del 711.

Somos un puñado de hombres condenados a la muerte en vida. Una milla nos separa del enemigo. En los momentos previos al comienzo de la contienda, temblamos de miedo y frío, pese a los jubones de paño grueso que nos habíamos puesto bajo las camisas y la escasa armadura. Algunos de mis camaradas perdían orín y otros hacían las paces con Dios. Un silencio ensordecedor pululaba en el ambiente. Al grito suicida de nuestro capitán embestimos a nuestros enemigos.

Comienza la guerra jamás perdida, por la que muchos hombres dieron su vida, en la conquista de una causa jamás conocida nos batimos a nuestros iguales para alcanzar una victoria nunca prometida. En recompensa, miles, llenamos de gloria las tristes páginas de esta historia, historia sin buenos ni malos. Luchamos a sabiendas de que la muerte era la musa que tentaba nuestra suerte. El destino, perro y aciago, nuestro mayor enemigo.

Crucé mis primeras estocadas con algunos berberiscos y vi correr la sangre de mis compañeros, me defendía a base de mandobles y cuchilladas siempre que la fortuna me lo permitiese.

El objetivo de nuestro rey era tratar de impedir que Musa Ben Qasi construyese una plaza fuerte en las proximidades de Albelda (Logroño), así que atacamos. Pero el rey moro acudió a la defensa con sus mejores hombres. Éramos inferiores en número y conocimiento bélico y preservar nuestra integridad no era cosa baladí, había caído mucha milicia y la suerte nos era adversa. Cuando nuestro rey preparaba la retirada, en lo más enconado de la lucha afloró en el cielo una nube blanca, de la cual descendió un jinete portando un estandarte con el símbolo de la cruz en una mano y empuñando una espada en la otra, se sitúo entre nosotros, entre los guerreros cristianos, y nos infundió un brío y una fuerza de sobras mitificadas en las leyendas. Tal fue el coraje transmitido, que logramos obtener el triunfo frente a nuestros enemigos tomando Albelda por asalto ¿Quién sería ese misterioso guerrero?

- ¡Santiago, despierta! ¡Santiago!
- Ya estoy despierto, gracias.
- ¿Qué estabas soñando? Que no dejabas de moverte cuando he llegado. Se te veía angustiado.
- No sé Mohamed, creo que he tenido un sueño políticamente incorrecto.

jueves, 30 de octubre de 2008

Yayo

Se llama, más bien le llaman Yayo. Desde donde me alcanza la memoria recuerdo a ese hombre sentado en la esquina de esa plaza acompañado de su guitarra y su perro (que por cierto nunca se movía) tocando canciones con voz potente y grave. Hace 20 años del primer recuerdo que tengo de él y ya entonces me parecía un señor muy mayor.

No sé si sería por su edad, avanzada pero indefinida, por la experiencia o por la mezcla de ambos factores, pero sus canciones evocaban continuamente a la palabra recuerdo y todo lo que eso conllevaba. Era un hombre sentido, muy amable, no aceptaba remuneración alguna por su música y menos limosnas por lástima, tan sólo admitía comida para su perro, sin duda su único amigo.

Era invierno cerrado, nevaba, desde la ventana de mi habitación observaba como aumentaba el grosor de la nieve que iba inundando la plaza y en una de las esquinas de la plaza estaban Yayo y su perro, si agudizaba el oído podía escuchar las notas de su guitarra y su tierna y ronca voz “Demasiado tarde para despertar, demasiado viejo para vivir”

Me abrigué lo suficiente para evitar un posible resfriado y bajé a la plaza. Quería escuchar la música del hombre más misterioso que he visto, quería escuchar sus canciones fusionándose con los copos.

Me senté en el suelo, poco a poco la humedad de la nieve me traspasó y el frío me invadió pero fui incapaz de moverme de aquel lugar en toda la tarde y parte de la noche también. Que vacío me sentía escuchando a aquel mendigo de la felicidad, sus canciones escuchadas en el orden correcto eran la historia de su vida. Hablaba de su primer viaje en tren, de la primera vez que vio el mar, de cuando perdió a su padre, hablaba de la guerra y de los hombres que tuvo que matar, me hablaba a mí, me hablaba de su mujer violada y sus dos hijas asesinadas, me hablaba de su tierra, me hablaba de su peregrinación hasta la esquina del desconsuelo, me hablaba de su perro muerto me susurró al oído el día de mi muerte y me pidió silencio.
Se levantó arrancó una cuerda de la guitarra, me acarició el cuello, se puso a mis espaldas y sin esperármelo, de improviso una fuerza profunda y cortante me atravesó el cuello, me reventó el pescuezo y noté como me quedaba sin aire y era incapaz de respirar, sólo emanaba sangre y me quemaba la garganta, una acidez mortal me invadía las entrañas, agonicé en la nocturnidad y mi última visión fue el viejo Yayo abrazando a su perro degollado y suplicando silencio con el dedo índice frente a la boca.




-Yo lo vi desde mi ventana señor, vi como pasaba allí la noche en soledad, sentado frente a la esquina Norte de la plaza, se movía como si estuviese bailando y sin previo aviso comenzó a moverse bruscamente y se llevaba las manos al cuello, desde aquí veía algo rojo e intuí que era sangre, tras dos o tres minutos comenzó a convulsionar hasta que finalmente yació muerto.
- ¿No había nadie con él?
- Le juro que no señor, en cuanto me pareció ver la sangre llamé a comisaría señor.
- ¿Cuántos años tienes muchacho?
- Diez, pillando a los once.
- Ya…
- Me puede creer o no, pero yo sé lo que vi.

lunes, 27 de octubre de 2008

Soledad anónima

El jueves pasado me senté en el borde del Acantilado de Roturas en compañía de la soledad. Pensé en las cosas que hacía todos los días, en las que me hacen feliz, en las que me ayudan, en las que me divierten… Esta línea de pensamiento es relativamente frecuente en mí y tiene su desenlace en un leve ataque de ansiedad producido por un repentino miedo al fracaso, a no ser nadie, miedo a morirme en el anonimato, miedo a no ser inmortal.

Uno siempre es consciente de sus limitaciones, si no sufrimos una sobredosis de ego somos los mejores conocedores de nuestros defectos. El problema de esto, es que no siempre sabemos hasta donde se puede llegar con esas limitaciones y trazamos la línea de meta mucho antes del final. No es más que falta de ambición.

Mi ambición es discreta, no soy un tipo de grandes miras y por desgracia tiendo a confundir los sueños con las ambiciones.

Esto no tiene nada que ver con lo que se dice arriba pero es así como funciona mi cabeza, da saltos temáticos sin motivo aparente. Al llegar al ataque de ansiedad mi pensamiento se vuelve más turbio y empiezo a imaginarme cosas nefastas, supuestos vitales. Imagino como sería la vida sin mis padres, sin mis hermanos, sin mis amigos, sin mi novia. Muchas veces alcanzo a emocionarme.

Recuerdo un día, no hace mucho tiempo, en el que lloré desconsolado como un niño pequeño. Cuando, por cosas ajenas al sentido común, me muero de risa en momentos inoportunos siempre recurro a pensamientos nefastos para conseguir ponerme serio, hasta ese día siempre me los tuve que imaginar, desde entonces viene a mi cabeza sin ayuda de nadie y consigo cambiar el gesto en menos de lo que canta un gallo. Lloré acompañado y arropado por los míos, lloré en compañía y consuelo de quien me necesitaba, lloré en soledad tras la puerta de un zulu que hace las veces de cuarto de la limpieza en mi edificio, lloré solo en cama hasta que se evaporaron todas las lágrimas y muerto por la fatiga quedé dormido. Lloré por lo increíble que resulta la cruda realidad. Fue, sin duda alguna, el día más perro y aciago que nunca he vivido. Es, hasta la fecha, el peor día de mi vida

Me encanta la música, una de las razones es porque algunas canciones tienen la virtud de transmitirme sentimientos que no pongo en práctica con frecuencia en mi día a día. La música fluye en mí. Me pone triste, melancólico, me hace pensar. Es complicado pero yo me entiendo. Desde el fatídico día ya mencionado hasta el día en que volví a escuchar música pasaron aproximadamente treinta días. Tardé mucho en volver a hacerlo porque la música evocaba sentimientos demasiado tóxicos. No tenía la valentía de escucharla porque sabía que lloraría y me sentiría pequeñito otra vez. Volvería ese socavón en mi estómago. Volvería por unos instantes el vacío de un momento. Tardé un mes. Habló de “aquel día” cuando en realidad fueron dos o tres, realmente a mí me parecieron un día muy largo. La música estuvo en silencio durante 30 días. Recuerdo la primera canción que escuché a solas en mi habitación, una versión en directo de ocho minutos de “Bad”. Se me llenaron los ojos de lágrimas, pero después de esa vinieron muchas otras y con ellas se cerraron los puntos de una herida que no era solo mía.


Me levanté con la soledad y me fui andando hasta casa. Fui andando hasta al anochecer detrás de las sombras en el umbral del fracaso, de mi fracaso como persona, como amigo, como escritor, como portador de un alma rota.

domingo, 19 de octubre de 2008

Tentación del pecado

Es la tentación del pecado. Una rosa del desierto. Quizás sea un paso en falso, quizás la trazada de otro camino, de otro recorrido a un lugar más tenebroso. Sería la manzana del árbol del Edén. Sería luz de un momento para oscuridad, en el lamento, de una eternidad.

Sería escoger entre lo de siempre y lo de nunca. Sería escoger entre lo que se conoce y lo imprevisto. Quizás sea bueno probar y si no te gusta siempre puedes volver atrás. O no. Siempre depende.

San Miguel protegía el alma de los fallecidos y ponía sus actos buenos y los malos en una balanza, en función de eso iban del Purgatorio al Infierno o al Cielo. Esto es mentira, es ficción religiosa. Pero resulta atractiva la idea de que un ángel de la guarda te proteja en tu muerte y valore tus actos y en función de eso te marque un destino.

Si caigo en la tentación ¿Cuál sería mi destino?


Llegó el momento. El sí o el no. Y no es sencillo. Una provocación evocadora del hedonismo desaforado. La seducción. Se cierne sobre mí. Un suave contoneo de notas latinas. Mulata del desierto en el destierro. Pétalo rojo en fondo gris. Una lágrima blanco perla. Un alma lasciva Una mirada al horizonte del futuro. No es una buena idea. Un impulso, un latido dentro de dos millones de latidos. Una vena, en estos momentos un aforismo vital.


Se me olvida un “no sé si será…”

Ahogo mis gritos con la angustia de mi drama, patria lejana de la felicidad.

- Tú tan solo ven aquí. Haz el silencio con golpes sordos. Háblame de otros ojos, de otros brazos que no sean los míos.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Noche eterna

Sé la presencia en mi letargoso sueño de invierno. Sé el veneno que mate mis desdichas. Sé el camino de mis sonrisas. No olvides lo que fuiste. No olvides lo que fuiste en mi ausencia.

Morirse no es fácil. Al menos para mí. Lloro todas las noches por los abrazos que me quedarán sin dar. Lloro por los momentos sin vivir, por los errores sin cometer, por las cosas que me quedarán a medio hacer. Lloro por los hijos que no tendré, por los amigos que dejaré. Lloro por los caminos sin pisar, por las lágrimas sin derramar. También por las cartas sin escribir, por las conversaciones mudas. Lloro porque voy a echar de menos muchas cosas.

Soy un cadáver en vida. Un espectro del pasado, un fantasma del futuro. Soy un tipo triste, que anhela consuelo, que necesita cariño y que además no quiere un entierro.

Son perspectivas nocturnas.

Lo son.

viernes, 10 de octubre de 2008

Arte

En un lejanísimo lugar imaginario. Sin un espacio ni tiempo determinados. Se reúnen un grupo de “artistas” (por denominarlos de alguna forma) con un tutor/moderador atemporal, para hablar, debatir sobre un tema. Predeterminado en un tiempo pretérito.


El lugar donde se produce la tertulia es de corte bohemio, es lúgubre, acogedor, de escasas dimensiones, con tan solo un acceso en la parte posterior. Está plagado de cojines rojos, el suelo está cubierto por una moqueta de tonalidad granate, las paredes son negras y una lámpara que, emitía una luz entre escarlata y naranja, corona la sala.

En la parte frontal y junto a una mesita de talle romántico se situaba el tutor. A sus laterales nacía el círculo formado por los “artistas” (seleccionados de antemano) que llevan a cabo el seminario. Hoy gira en torno al concepto personal del arte.


En estos momentos tiene la palabra Andrea, un escultor napolitano.

- …no se puede. No se puede hablar del arte como si fuese un concepto universal. No existe como tal. Es un término ambiguo en tanto que las culturas, personas, corrientes de pensamiento, religiones… que existen en este mundo también lo son.

La replica corre a cargo de Pip, un escritor londinense de origen egipcio. Se expresa con soltura pero recurriendo, de forma agobiante, casi asfixiante a la gesticulación. Su principal obra fue un fracaso comercial, pero es uno de los autores más influyentes de la literatura británica underground.

- No estoy de acuerdo Andrea. Sí hay un concepto universal de arte. Ese concepto son los sentimientos ¿No es acaso el arte la forma de manifestación que tiene el hombre o mujer (artista) para expresar sus sentimientos?
- Comparto esa opinión. Me llamo Anne y yo soy música, como tal, busco en la reproducción y composición musical la evocación de sentimientos, intento dotar a mis piezas de connotaciones sonoras que cristalicen en sentimientos. A mí y al que escucha música, lo que realmente le importa es la melodía y no la letra, está comprobado. Aunque pensemos que la letra es lo que nos llama, realmente no es así. Una canción con una gran melodía sin letra, puede ser una buena canción, una canción con la mejor de las letras sin melodía tiene todas las papeletas para no ser arte a oídos del oyente. En líneas generales claro. Hay excepciones. Yo busco y persigo un retrato armónico. Mis puntos de referencia son variados, van desde la filosofía hasta la moda. Anhelo encontrar el sonido infinito. El sentimiento eterno.
- No estoy seguro. No sé si los sentimientos juegan un papel tan relevante en el arte. Mi nombre es Abdel Hakîm, vivo en Nueva York y soy pintor. Para mí, lo que determina, y por tanto define el arte, es la inspiración. El arte al fin y al cabo es un proceso de creación de una realidad o irrealidad caprichosa, ya que no siempre quiere fluir. Por lo tanto veo en la inspiración la fuente principal, por tanto el concepto definitorio, del arte.

Andrea, retoma la participación tras haber tomado unas notas en su bloc.

- Sí, inspiración. Eso está muy bien. Pero si tú dices que él arte es un proceso de creación de una realidad o una irrealidad, tiene que estar basada en algo para que funcione, y ese algo es la interacción entre el objeto de manifestación artística, y el sentimiento del que disfruta de la obra en sí.
- Sigo sin querer entrar así en el debate. Estamos intentando reducir el concepto de arte a una o dos cosas. Esto es amplio. Está claro que los sentimientos juegan un papel importante, pero también lo hacen, y en muchas ocasiones de forma más salientable y destacada que los sentimientos, la belleza, la cultura en sí o la propia locura del artista. Porque no debemos olvidar que estamos intentando definir, cargar de contenido un término plagado de controversia y que no se sabe muy bien a que se refiere, porque lo que para mí es arte, para un habitante del África subsahariana es mera estupidez y despilfarro de recursos.
- Sí Andrea, tienes toda la razón, pero si no logramos simplificar, no llegamos a concretar. Estamos intentando, o al menos el objetivo es, delimitar un poco el campo conceptual. No mantenernos todo el rato en la amplitud.

Tras esta intervención de Anne se produce un silencio de reflexión. Lo rompe Marcos Barreiro, un director de cine independiente gallego.

- El arte, es arte… Y punto.

El silencio, después de ese epitafio se hizo letal. Decidió hablar el tutor, que hasta ese momento estuvo en silencio, haciendo en todo momento gala de su hedonismo más ácido. Tiene un estilo, muchos dirían que victoriano, amanerado en sus formas y luce un largo y tupido pelo. Echándose este para atrás con un leve movimiento con la mano comienza a carraspear.

- Para empezar, decir, que el artista es el creador de obras bellas. Y el fin del arte es revelar el arte y ocultar al artista. El arte se puede mirar desde diferentes puntos de vista, desde la forma, el modelo de todas las artes es el arte del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, ese trabajo es el del actor. Cuando una obra de arte genera diversidad de opiniones se demuestra que la obra es nueva, compleja y vital. También he de decir que el arte está sobrevalorado. El arte no es determinante en esta vida. No cumple una función clave para el desarrollo vital. El arte es completamente inútil. El arte vive por y para el propio arte. Lo que importa es el arte por el arte. La belleza.
- Eso es muy estético por su parte señor Wilde.
- ¿Y no lo es todo en la vida Abdel? ¿No se mueve todo por impulsos estéticos? ¿Los sentimientos no son reacciones a la belleza?
- Hay un personaje en su novela El retrato de Dorian Gray, Basilio, el pintor, que afirma “…solo hay dos eras de importancia en la historia del mundo. La primera es la aparición de un nuevo medio para el arte y la segunda la nueva apariciónde una nueva personalidad para el arte también.” De esto concluyo que el arte es relevante. De hecho marca etapas en la historia.
- Querida Anne, olvida usted que es un artista el que hace esa afirmación. No olvide tampoco el futuro que la obra depara al artista.
- A pesar de considerar su explicación estética en demasía, en lo básico estoy de acuerdo. Qué es la inspiración más que una casualidad, no podemos hacer del arte algo excesivamente relevante cuando responde a impulsos interrumpidos y muchas veces de escasa continuidad.
- Bien. Es posible. Pero, es muy importante el campo sentimental. Por lo tanto el arte, es clave para el desarrollo del ser humano. Sufro ataques de ansiedad cuando me creación literaria no surge, entonces obvio que la inspiración es clave en el proceso de creación. Pero estamos hablando de la interacción de arte, del concepto. Cuando a mi las cosas no me salen, cuando no profundizo en mis escritos, me digo, Pip así no avanzamos. Tengo ataques de ansiedad. Y me siento terriblemente desamparado cuando percibo que llevo tiempo sin avanzar en mi misión artística. Considero el arte como algo tan necesario como los latidos del corazón. Yo si no progreso. Me suicido, mental o físicamente. Pero sin arte no puedo vivir. De esto se puede extraer una idea. Si mi vida depende del arte, para mí el arte es de las cosas más importantes. Por lo tanto, es algo relevante en la vida. Algo clave tanto en el ámbito personal como en el ámbito social del individuo.
- Tiene entonces un problema joven. Se puede perdonar a un hombre por haber hecho una cosa útil siempre que no la admire. La única disculpa que tiene el hacer una cosa inútil es que uno la admire intensamente. Repito entonces, todo arte es completamente inútil. No caiga en el error de considerar el arte algo útil en demasía. Admire eso sí, la belleza.



Si el arte va y viene, si el arte transcurre a través de los siglos y se percibe en el corazón intelectual, es entonces sangre en vida de una muerta proclamada para la posteridad. Para la inmortalidad de espíritu.






* En este texto hay algunos fragmentos correspondientes al prólogo y al resto de la obra "El retrato de Dorian Gray" de O. Wilde.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Carta 54

Sábado, 22 de marzo de ...


- Demasiado tiempo siendo esclavo de mi ignorancia.
- En Oriente la arena es volátil, los días calurosos y las noches frías, en Oriente los oasis son tatuajes en el desierto.
- ¿Sabes que me gustaría Pip?
- Dime
- Me gustaría amar, pero amar de verdad y no biológicamente, me gustaría amar a una persona ajena a mis amigos o familia, quiero amar a una mujer. No se cuando llega ese momento, no se si realmente me va a llegar, es decir, hay gente que si que ama pero que muere sola, y lo peor sería un amor no correspondido, yo a eso, no se que hacerle. ¿Tú amaste alguna vez?
- Yo amo.
- ¿Amas?
- Si
- ¿Y cómo es?
- Es único, no hay palabras para describirlo, hay mucha gente por la que darías la vida, al menos eso me pasa a mi, pero sólo hay una persona por la que darías el alma y esa es ella, es quien quiero que me arrope cuando me haga falta, es esa persona que hace que llegue a casa y quiera comerla a besos. Es esa perlita en mi corazón, es esa cosa tan hermosa que me hace ser mejor persona. Es algo muy complicado de explicar con palabras.


Las horas pasaban, embriagado uno de tanta argumentación filosófica y otro de tanta pregunta amorosa, deciden dejar de hablar y se ponen a sentir.

- No puedo morirme sólo, tengo que buscar el amor, tengo que sentir a una mujer, tengo que sentir para morir por ella.
- La quiero tanto y cada día más, es hermosa hasta decir basta.


Pip, muy conmovido por los latidos de su amor se pone a llorar. Corre y corre, cruza calles vacías y mojadas, solitarias y oscuras, las estrellas le iluminan el camino. Se detiene agotado y exhausto a tomar aire pero rápido comprende que sólo quiere llegar. Tras 15 minutos de carreras precipitadas por las calles llega al edificio. La llama una y otro vez. Ella contesta muy malhumorada y tras las insistencias de su novio decide bajar.
En cuanto abre la puerta, éste se le abalanza, le susurra que le quiere y comienza a llorar. Ella le pregunta qué le pasa y él responde con un `` A veces los payasos también lloran.´´

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Cazado (I)

Colgaba del techo por los pies. Bocabajo, con una presión bestial, con la sensación de que en cualquier momento me estallaría la sien. Era consciente de que mi vida pendía de un hilo. A pesar de las circunstancias, y dentro de lo que cabe esperar de un joven inocente como lo era yo por aquel entonces, en ningún momento perdí noción de la realidad adversa que se desenvolvía a mí alrededor. Llevaba en aquella posición cerca de una hora.

La puerta del cuarto se abre, tenía los ojos acostumbrados a la oscuridad pero aún así era incapaz de ver con nitidez al hombre que se acercaba. Sus pasos desfilaban con un ritmo metódico y pesado, marcaba cada uno de ellos como si fuese el último. Al llegar a mi vera y permanecer a mis espaldas unos segundos contemplando tan infame situación, se arrodilla, acerca su boca a mi oreja izquierda y comienza a expirar y respirar haciendo hincapié en cada calada de aire puro. La repugnancia y el odio hacían mella en mi alma ¡No podía permitir la humillación en cuestiones de honra!

Permaneció en aquel estado unos minutos, que a mi me parecieron horas. Pasado este prólogo, en el que puso en jaque mis principios más arraigados y donde, sin yo saberlo, comenzó a desatar mis impulsos más naturales, se quitó la americana, la dejó en la silla, se desabrochó las mangas de la camisa y se la remangó hasta los codos, a continuación se desprendió del cinturón, bajó los pantalones y el calzoncillo y empezó a orinarme en mi cara.

Me ardía el pecho de odio y de rencor, me sentía increíblemente desdichado, lloraba a destajo e intentaba expulsar ese terrible olor a alcantarilla que me invadía el rostro. Evitaba respirar para no verme ahogado por el orín. ¡Qué penosa situación! me estaban quitando la dignidad exponiendo mi alma al suicidio. Cada zarpazo de líquido que impactaba en mi cara eran quince años menos de vida. La vergüenza arremetía contra mi conciencia.

Se vistió de nuevo. Cogió el cinturón. Me azotó hasta el alba. Mi cuerpo se había consumido por completo, mi conciencia se había evaporado. Al principio, cada latigazo me escocía casi tanto o más como aquella violación de mi espíritu. El sufrimiento llegó a un punto en el cual se hizo silencio y ya nada sentía. Borbotones de sangre brotaban de mi piel ¿Quién era yo?

Vomité sangre. Estaba casi muerto.


- Eres escoria. Eres basura.

Su voz era grave y sonaba más metálica que el acero.


Sin estar seguro de lo que hacía abrí los ojos. Debía llevar inconsciente horas, días, quizá una semana quien sabe. No me sentía dueño de mi mismo. Mi vista carecía de nitidez. Había allí un olor resultante de una mezcla entre alcantarilla y cadáver, por este orden. Rápidamente mi vista se desvaneció.


- Tíralo ahí.
- ¿Lo cubro de tierra?
- Déjalo que se queme al sol, que el hideputa todavía está vivo.


Estoy semiconsciente, el aire me entra a ráfagas demasiado intermitentes como para permanecer con vida demasiado tiempo. Mi cuerpo yace inerte en la tierra, apenas logro ver más allá de cinco metros. Algunos insectos y larvas comienzan a ver en mí un buen menú. Quiero pensar, sé que quiero pensar, pero estoy demasiado loco, demasiado muerto, demasiado asfixiado como para pensar algo que no sea mi paso por el inframundo.


Es noche cerrada, eso o estoy ciego perdido. Siento como mi cuerpo es desplazado, siento como me vuelvo a ir. Lo siento ¿Cuánto más debo esperar para morir?

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Meridiano corazón (Irlanda)

Mi tierra es Irlanda, mi tierra gallega, mi tierra del alma.

Un lugar verde y entrañable, así es Irlanda. Calles grises, no son espectaculares, simplemente son bellas. Plagada de pubs de piel oscura.

- Una Guiness compañero.
- Ok.

Un viaje que tuve que hacer solo. Mi tierra es Galicia, pero soy irlandés de adopción. Son sitios muy similares, su naturaleza está cortada por el mismo patrón. Irlanda y Galicia son prendas del mismo sastre.
Aquí, en Irlanda, también hay meigas y San Patricio vela por la magia que existe en cada una de sus calles. Es una tierra de emigrantes. Jodidos irlandeses. Me gustaría pensar que Galicia es una Irlanda a escala pero prefiero preservar el carácter individual e independiente de cada lugar. Lo que separó la geografía, por favor, que no lo intente mal juntar el hombre.

Sentado en un rincón oscuro, de un oscuro pub irlandés, por supuesto. Te lloré. Grité hasta el infinito. Aquí siempre hace fresco. Se te congela el corazón. Esto no es solo verde, también es gris, lo es Galicia, no lo será Eire. Te lloré mientras esperaba. Adoro el toque lúgubre y acogedor de estos sitios, no valen para venir sólo o así lo creo yo.

Tomo la decisión de salir a la calle, pasear por las arterias británicas de Dublín. Hace un frío invernal. Sentía algo por ella, era más fuerte y consistente de lo que podría haber llegado a ser cualquier relación entre dos personas que se querían, compartíamos algo más que sentimientos, compartíamos una forma de vivir y una forma de ver la vida, bailábamos juntos al compás de un te quiero sin más preocupaciones que las propias del momento. Ahora sólo compartimos recuerdos que yo trato de olvidar. Fue una puta mierda. Hablando mal y en plata ¿Dónde te metiste? Por Dios ¿Dónde? Nadie tiene derecho para herir a la gente. No es justo que la justicia no exista.

Salí de aquel pub angustiado para toparme con un tío alto, de pelo enmarañado, con barba, pelirrojo, tez pálida, sonrosado por la nariz a causa del frío, con un rollo “indie pobre” en sus ropas y agarrado a una guitarra (con la caja ligeramente rota), dando un concierto sin más focos que la luna, con la voz más rota y grave que he escuchado en mi vida, con una melodía que me susurraba meridiano corazón, no llores en vano. Lo miré, lo escudriñé de arriba a bajo, él no deparó en mí, estaba en trance, cantaba con el alma partida, le sangraban los dedos por la fuerza y tensión con que golpeaba las cuerdas, era inconmensurable la potencia con la que salía aquel chorro de voz pidiendo socorro sentimental.

Acabó aquella música de ángeles interpretada por un lobo. Se hizo el silencio después de la tormenta. Fue entonces cuando él se fijó en mí. Le temblaba el pulso y la boca, parecía falto de energía, era increíble el dramatismo de aquel momento. Le sostengo la mirada, comienza a incomodarse, sin saber cómo ni por qué empiezo a aplaudir. Agacha la cabeza tímidamente, en señal de agradecimiento y me saluda con guitarra en mano. Yo le muestro mi cerveza, y después le señalo su guitarra, dándole a entender que le invitaba a una si tocaba otra.

Aquella estampa, un joven menudo con una cerveza en la mano, sentado en el medio de una calle desierta frente a un cantautor pobre en lo material pero rico de espíritu, poseía una resonancia mítica que hacía que la isla esmeralda semejase un lugar donde lo místico no sea solo cosa de hadas y gnomos.

Le di la cerveza prometida, se sentó a mi lado. Era un hombre más joven de lo que parecía, muy espigado, tenía una sonrisa pícara y algo pueril en el rostro, observé también que en la solapa de la trenca llevaba un pin con forma de trébol de color verde, era precioso, no pegaba con el resto de su vestuario, era realmente bello e hipnotizador.

Tras una hora de música ininterrumpida, vuelve junto a mí, me tienda la mano y dice en un pulcro inglés:

- Ronald.
- Pip.

Ahora ya sí podía volver al pub, había hecho un amigo.

Una vez allí pedí dos pintas, me excusé cinco minutos para ir al baño y a mi vuelta Ronald ya no se estaba allí. Lo busqué, lo esperé durante una hora. Comprendí que hay momentos que hay que pasar sólo se quiera o no. Momentos en los que el destino te presta un amigo para pasar el mal rato pero después has de seguir valiéndotelas en soledad.

. . .

- Pip despierta. Es la hora.
- Vale, ahora voy.
- ¿Has dormido bien?
- Pues no muy bien la verdad, he tenido un sueño extraño.

Santiago de Compostela es realmente bonita, es pura piedra en armonía. Me dispongo a dar un paseo nocturno por esta tierra de meigas, cuando, en mi pesquisa por encontrar las llaves, me pincho con algo punzante en el bolsillo, lo extraigo, cual es mi sorpresa al ver esa preciosa joya en forma de trébol, verde esmeralda, muy brillante ¿Qué soñé ayer?

Mi tierra es Irlanda, mi tierra gallega, mi tierra del alma.

Y sonó aquella canción de desamparo que tan bien compuso e interpretó Ronald. Meridiano corazón, no llores en vano.

lunes, 25 de agosto de 2008

Viuda Negra

Una viuda negra, antaño un ángel blanco, me ha dejado en estado comatoso. Estoy inconscientemente consciente. Mi cuerpo no responde, mi cabeza vive en otra dimensión, mi conciencia se hace cargo del dolor que estoy causando.

No me gustan los zorros con piel de cordero. Detesto los ángeles que van de blanco y esconden el tridente bajo su manto de claridad.

Estaba sentado entre unas piedras, disfrutando del paisaje árido de Arizona.

- No metas la mano, es peligroso.

Caso omiso.

Nada más introducir el primero de mis dedos, una descarga de dolor se expande por mi sistema nervioso.

Es ella de nuevo.

- Esto es lo que hay. No soy un ángel. Lo era. Pero yo escojo mi propio destino, no me gustaba ser de los buenos.

-Vendiste tu alma.
- ...

-No la vendí. Tomé otra prestada. Escogí cambiar.
-...

- Nadie escoge cambiar.
-...

- Yo si.
-...

- Es muy alto el precio que hay que pagar por permitir que tu ángel de la guarda te traicione.
-...

- El precio de la verdad.
-...

- Yo diría que un poco más. Has puesto en juego mi vida.
-...

- Así es el juego.
-...

- Salí perdiendo.

Una tercera voz llega a mi cerebro desde lejos, como si hablase a través de una mampara de cristal, esa voz decía.

- No Pip. Todos salimos perdiendo.

Es bueno saber que aún perdiendo muchas batallas, todavía queden princesas que te permitan ganar la guerra.

Abro los ojos. Me siento vivo. Una viuda negra se abalanza sobre mí.

- Pobre Pip, no aprende.

¡Princesa! Que no aprendo. De todas formas, gracias.

martes, 19 de agosto de 2008

Donde las nubes.

Donde las nubes rezan al viento nació la voz de la luz, nació en el universo celestial. Los campos eran azules y los cielos rojos, las lunas pintaban negras y los soles más blancos que los polos. Eran los días eternos donde las noches no morían. Las fragancias de los mares secos embriagaban el ambiente y sus ojos cabalgaban al tiempo. La inmortalidad de su rostro era místicamente única. Las letras cobran vida en los papeles color amapola. Las películas tenían principio en el final. Los caminitos llevaban al pueblo. Las casas no tienen ventanas donde hay puertas.

- ¿Cómo va eso?
- Va tirando.
- ¿ Me quieres Vento?



Los mares no llevan agua a la tierra mojada de mis sueños, porque sólo así late el placer de las gotas secas es la humedad de mis deseos.

- ¿ De qué color es el amor Vento?
- De que color…


Sienten los siglos a su paso el peso de la humanidad. Sienten, los que el alma sellan al espíritu. Crecen los pinos en la luna y las amapolas en Marte, las rosas vuelan donde los niños nacen.

- ¿A qué velocidad circula el amor Vento?
- ¿Circula a caso?


Los cuadros los pintan los artistas que venden mundos de maravillas en frascos de música bicolor.

- ¿ Cuánto vale querer, eh pijo?
- Vale lo que vale un beso.

Donde la música suena sorda y el silencio habla a gritos.


- ¿ A qué huelen los latidos?
- Huele a tus abrazos. Te acercas y los sientes, ese es el olor.


Los ojos que besan y los labios que lloran tus mejillas. Las estrellas que se hielan por el tórrido frío, y los árboles que arden por el gélido calor. El invierno que quema y el verano que… se va.

- ¿ Me quieres Vento?
- …


Nieva en el desierto, copos de 50º, los sordos escuchan su voz y los ciegos ven lo que todos.

- Te quiero.