miércoles, 19 de noviembre de 2008

Salmo de luz

El azabache tilda de oscuridad el cielo. Una noche más en vela. Nunca nadie ha llorado lo que yo. No es del agrado de nadie el que pongan fecha de caducidad a la vida del amor. Hay cosas que escapan a nuestro control. La diosa fortuna decide por nosotros en más de una ocasión. De un sólo plumazo se marchitan muchas vidas. La sensación de suciedad, el olor a viejo y el aura depresiva de un hospital merman mi estado mental paulatinamente, como el agua erosiona la roca de mar, poco a poco.
Es la mitad de lo que en su día fue, es un cadáver en vida. Su llama vital lleva algunos meses escasa de oxígeno, amenaza con apagarse un día cualquiera, no se sabe si antes o después, no se sabe si cuando broten las primeras flores, si cuando los días son más largos, si cuando caen las hojas o si será cuando el invierno llore, pero ese día vendrá.

Una ansiedad angustiosa taladra día tras día mis entrañas. Mi alma se rompe día a día. Cuán injusta es la distancia del tiempo, cuando merece ser largo y prolongado echa el cierre y reduce duración.

Una vida en dos, dos en una vida. Sentir lo que el otro siente. Amar siendo amado. Lloré los abrazos que quedarán sin dar, lloré cada ausencia en mi vida, maldije cada enfado del pasado. Ojalá …

Lloré cada ojalá.


La impotencia del débil, búscame en el recuerdo de un olvido nunca prometido. Más muerto que vivo, vive su muerte. Me acerco, le agarro la mano. Y ya está, no pasó nada más. Simplemente su corazón dejó de salir. Su cuerpo ya inerte dejó desfilar una lágrima, inconsciente o no, él sabía que se estaba muriendo, los que se van también echan de menos a los que se quedan, él se marchaba para no volver, y no podía soportarlo.
Así como su corazón dejó de latir, él mío se ralentizó, su mitad latía, pero muy agotada por el esfuerzo. Me derrumbé. Mucha vida caminando juntos.

Pasaron las semanas, los meses, los años. Nunca me pude recuperar. Me llevaron los que yo más quería. Mi alma entró en estado de putrefacción. La noche se convirtió en mi consejera. Al abrigo de las estrellas, lloraba su ausencia.

Un día cuando el mundo estuvo listo, le partió el alma, la mató, se dejó morir. Cuando nadie nada sabe, donde los imposibles son reales y las lunas salen todas las noches. En el idilio de lo perfecto, dos almas volátiles se aliaron para emanar un amor de lo perfecto, y no hacen falta dimensiones paralelas para que estas cosas pasen. Por cada amor que alcanza su clímax, por cada vez que Pip le dijo te quiero, por cada vez que hicieron el amor, por cada vez que se amaron a solas, por cada beso robado, por cada abrazo, por cada latido de Pip, por cada latido de ella una cosa buena pasa en el mundo, un niño sonríe, llueve donde quieren que llueva, y sale el sol donde es necesario que salga el sol… Por el reencuentro de sus dos almas, algo simbólico sucedió, brotó un campo, en las montañas italianas, lleno de amapolas de amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"y no olvides que solo soy una chica, delante de un chico pidiendo que la quieran" (Nothing Hill)

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P.